jueves, 4 de junio de 2020

Algo más bonito que las cuatro estaciones de Vivaldi.

(I)
No me desnudas, me desarmas para abrir combate con la boca y romper la tensión que la naturaleza tensa. Tomas las riendas de mi cuerpo y manejas el timón para navegarme entre las sábanas sin rumbo fijo. Decides quitarte el miedo y la vergüenza a lametazo limpio contra mí. Juegas con fuego y parece no importarte arder porque tu llama prende tanto que ilumina nuestras cenizas
y yo, tan ilusa,
creyendo que sólo me darías
calor.
Te atreves a hacer conmigo en pleno invierno lo que la primavera hace con los cerezos y hasta te creo dueña del universo, Neruda nos puso las palabras y nosotras la cerveza,
gírame y ábrete
el alma. Te quiero escuchar, más.

(II)
Eres una transgresora por querer un plan de domingo en un sábado, te burlas del calendario, de la climatología y de cada precipicio que has tenido que cruzar hasta llegar a mí y a mis muslos con los ojos vendados. Te saltas los límites de velocidad, aceleras en cada curva porque tanto tiempo en el taller te ha preparado para ahora quemar rueda sin mirar atrás y hacernos polvo. He perdido la cuenta de las explicaciones que te debo en la cama con el tanga por los tobillos, la mano en el cabecero y el corazón en la entrepierna. Esto es también sentimiento.
Eres revolución, la fruta prohibida, los ojos de pantera, la lanzadora de flores de Bansky, la cuarta gracia de Rubens, el gran amor de Il Volo.

(III)
Si tus brazos son las puertas abiertas hacia el descansillo de tu pecho, no me hace falta salir a la terraza para inspirar aire limpio, ya te respiro a ti conmigo dentro.
Puede que seas el ático lleno de libros y cactus,
el refugio de este país que nos acalla los orgasmos,
el hábitat que me pone salvaje y la libido por los aires
y hogar.
Mándame dirección que estoy interesada en usufructuarte durante una temporada, tal vez me acostumbre y, por no echar de menos, cambie el contrato para quedarme contigo. He decidido que la ley aplicable será la de gravitación universal, que establece la fuerza con la que tú y yo nos atraemos por el simple hecho de tener ganas.

(IV)
Sácame de dudas: te hice dueña del cielo o del infierno.














Artista: Matu Santamaria
#matusantamaria

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