lunes, 30 de abril de 2018

El no curioso caso de Jorge.


Jorge es una persona que representa a una parte de la población, es un niño. Y juega a las construcciones de madera, como los demás niños, juntando las piezas, buscando un objetivo: hacer la torre más alta y que aguante unos segundos antes de caerse, para volver a hacer otra distinta, porque seguramente no se acuerde de cómo estaban colacadas las piezas antes, o porque simplemente quiera crear, no parar de crear.
Pero juega solo, creo que no he escuchado su voz aún y si habla lo hace muy bajito, supongo que es tímido. No veo que él haga con los demás lo que hace con sus piezas, y automáticamente pienso que algo pasa, que alguien que está solo rodeado de otras personas, es por algo. Una cosa lleva a la otra y empiezo a replantearme por qué asociamos la soledad como un problema, por qué nos da pánico y pena a la vez. A lo mejor era decisión de Jorge no estar con los demás, no que los demás niños hayan decidido no estar con él, que es muy distinto. Lejos del rechazo, Jorge es un niño que quiere jugar solo hoy, ahora, y que tal vez luego alguien pueda acompañarlo en su imaginación y esfuerzo por colocar una pieza encima de la otra, de forma detallada y con cuidado, moverlas con inteligencia; pero cuando Jorge quiera.
El ser humano está programado para relacionarse, no me cabe duda, y el alcohol es un lubricante social, eso también, pero dejando a un lado los vicios, qué nos pasa que no sabemos estar solos muchas veces. Qué tiene de malo sentarse en una terraza a tomarse una cerveza y que la silla de al lado esté vacía, por qué es preocupante no tener con quién ir a comprarse lencería bonita y maquillaje, dónde está el problema de que una persona vaya en su mundo y no tenga las puertas abiertas a él para cualquiera que le de la gana entrar. Y si a este tipo de personas, que no se relacionan a la ligera o que no tienen a mucha gente, aparentemente, lo que les pasa es que son selectivas y exigentes.
Jorge es feliz. Está contento por colocar sus piezas en el tiempo de juego y luego ponerse el abrigo para que le recojan e irse a casa. No busca que nadie, con cara triste, se le acerque preguntando que si está bien. No quiere que le fuercen a sentarse al lado de Vera o de Mario para así entrar en el juego de ellos y tenerlo ocupado porque se esté desarrollando con los demás, como los demás.
Jorge quiere que le dejen en paz, que cuando quiera algo de alguien, ya se lo buscará, ya lo pedirá.
Deberíamos aprender a estar solos, a estar con nosotros mismos primero, para después poder ser con el resto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario