domingo, 29 de octubre de 2017

Mediterránea.

“Quiero tatuarme tu acento en la clavícula izquierda”, una vez leí. Lo empecé a sentir después, disculpa la tardanza, pero no me llevo bien con la puntualidad, cometí el error de convertirlo en propósito de año nuevo, y ya sabes lo que pasa siempre con eso, que no se cumple.
Por querer, quiero aprenderme todas tus curvas con los ojos cerrados abierta en cuerpo y alma, entregarme sin complejos, miedos, dudas y vergüenza. Mostrarme ante ti, para mí, contigo. Evadirme con cada mirada, estremecerme con cada palabra, alterarme con cada movimiento. Hacerte temblar los muslos, el gemido aguantado con la boca entreabierta y ver soportar el peso del placer en tus párpados. El tiempo corre, y se corre con nosotras.
Salir de la rutina y de lo establecido, de los horarios calculados y de la cama para abrir la ventana y cerrar la puerta, si tiene que molestar alguien que sea desde fuera y lejos.
Me apetece que los espejos sean cómplices y testigos, recrearnos y jugarnos.
El tanga perderlo. Como más guapa me siento es cuando me visto de ilusiones y sueños reales y, además, te lo enseño. Me atrevería a decir que el brillo de los ojos no es fácil mantenerlo, mírame más, que ahí sigo.
Aviso, no vale echar la culpa al alcohol cuando en realidad lo que te echas son las ganas acumuladas, aunque no necesitemos excusas. La cuenta de los cubatas en fiestas es directamente proporcional a los grados de realidad con la que te imaginas a esa persona contigo para finalizar tu noche, y no sé qué resaca es peor, pero desde luego que, si bebes Whiskey, después no te atrevas a mezclar con Ginebra. Lo cierto es que mi mirada ya está manchada de picardía para los restos, pero también de inocencia, porque nunca me muestro, ni lo haré, al completo, a simple vista, no cualquiera va a averiguar mi otra parte de la mente, la sucia, la real, la sincera, al fin y al cabo. Felicitaciones por conseguirlo, me has descubierto, y lo que te queda.
Considero que aprendo por cada vivencia, que me llevo buenas sensaciones y que se quedan para el mejor recuerdo. No dejo de avanzar, de caminar a tu lado, de dormir encima de ti y de sonreír desde abajo.
No soltaré tu mano, tú no lo hagas de mis caderas.

Y mucho menos olvides que tu norte es mi sur, y viceversa.

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