miércoles, 14 de agosto de 2019

Mi arma de doble filo y yo.

No sé cuántas tardes ni cuántas noches llevo durmiendo sin descansar una mierda, las ojeras me delatan y mis pupilas se dilatan cada vez que hay luna. En la oscuridad cualquier luz me molesta y toco la pared para dejarme constancia de que sigo donde estaba, sin testigos y para juicio, estoy jodida. Con lo que me gusta a mí dormir y ahora Insomnio tontea conmigo, "qué es lo que busco, qué es lo que quiero, qué es lo que me gusta que me hagan" y no es momento, tío.
Me duele la cabeza y ojalá fuese de la resaca de la noche anterior en la que me desnudé bailando, sin quitarme nada, empapándolo todo de sudor. Pero no, porque no he salido. Es por ese erre que erre, que no ningún run run, porque esto es más fuerte, más pesado y más agotador. Siento que los días van a paso de procesión, aquí la beata, que se arrodilla poco, pero cuando lo hace no es para rezar y menos a ninguna virgen, luego acompaño a la Dolorosa, por algo será. Últimamente estoy con la religión que no le doy tregua pero es que ha provocado, y lo sigue haciendo, tantas guerras, que al final una opta por coger y hacerla suya, interpretarla de la manera más sucia que se le ocurra, es digna de. Ya está.
Me siento con rabia y frustración. Es como cierta agonía por no controlar tanto como me gustaría las situaciones y la vida, en general. No supero que no todo siempre va a estar al alcance de modificarse por mí misma, que aquí no sólo decido yo cómo deben salir las cosas y que no estoy sola, aunque a veces me sienta así, y no me molesta, no del todo. La soledad es algo que llevo bien siempre y cuando esté a mi lado, si sé lo que hay detrás después y, ves, otra vez. Dejarse llevar suena que te corres del gusto, seguro, pero no puedo, no lo concibo, así que desconozco la manera de hacerlo. En lo que a dejarse llevar se refiere, por suerte.
Me cuesta abrirme en canal incluso conmigo misma, así que probablemente de aquí no salga nada limpio, claro y bonito, pero bueno, hemos echado el rato, otra vez. Es más, jugaría todo al trece a que esto sea de lo más insulso que he escrito, o que estoy dejando ver aquí, pero así es.
Al final, hablo entre líneas y entenderme es complicado, no eres tú, soy yo, que a veces tampoco me comprendo. Pongamos que mi cabeza es un jardín, nada que envidiar a los de Sabatini, y de alguna manera tengo que dejar salir a tantas flores, que se riegan solas para poco, porque nadie se fija en ellas, no por feas, sino porque yo así lo decido, para evitar que sean arrancadas, porque es lo que tiene la especie humana, que cosa que le gusta, cosa que destroza.
Vaya egoísmo llevo por bandera, que ni Dios, otra vez, perdón, es capaz de tocar mis ideas. Y esto me autodestruye de una manera que muchas veces mi mente no aguanta, y así pasa, que no descanso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario